Un conocido sacerdote húngaro con estrechos vínculos con el primer ministro Viktor Orbán ha sido recientemente suspendido por la Iglesia Católica después de que se expusiera su participación en orgías homosexuales.
La Diócesis de Kalocsa-Kecskemét tomó medidas contra el sacerdote siguiendo directrices del Vaticano, iniciando una investigación exhaustiva sobre las «graves acusaciones» en su contra. Esta medida disciplinaria se considera una de las más estrictas jamás impuestas en el país.
Previo a esto, siendo crítico acérrimo de la comunidad LGBTQ+, el sacerdote había advertido sobre lo que consideraba los peligros de la propaganda LGBTQ+, supuestamente respaldada por importantes corporaciones como Google, Apple y Microsoft. Afirmaba que los valores familiares tradicionales estaban amenazados por grupos liberales que promovían lo que él consideraba una «desviación de la normalidad».
Tras su suspensión, el sacerdote desactivó sus cuentas en redes sociales y admitió sus errores en una declaración, reconociendo que había pecado contra la Iglesia y su comunidad.
Fuentes locales sugieren que además de participar en orgías, el clérigo húngaro había grabado y subido estos encuentros a plataformas de pornografía gay. Funcionarios gubernamentales insinuaron la posibilidad de que abandonara el país por un tiempo.
Desde que llegó al poder en 2010, el gobierno de Orbán ha promulgado leyes que restringen los derechos de la comunidad LGBTQ+, como la prohibición de cambios legales de género y el endurecimiento de las adopciones entre personas del mismo sexo.
En un movimiento controvertido en 2021, el Parlamento húngaro aprobó una ley equiparando la homosexualidad con la pedofilia y prohibiendo la discusión de temas LGBTQ+, incluida la identidad de género, con menores en entornos educativos o medios dirigidos a audiencias jóvenes.
El ascenso y caída de esta figura sirve como un fuerte recordatorio de las complejidades y contradicciones que rodean los problemas de sexualidad y poder dentro de la iglesia y la sociedad en general.